Nunca olvidaré aquella tarde, unos 6 o 7 años atrás,
cuando estaba acompañando a mi esposa y a mi hija mayor para la consulta del
pediatra; y por mera curiosidad, se me ocurrió preguntar al Dr. sobre una leve
lesión (de los dedos de la mano diestra) que me había ocurrido el día anterior;
luego del diagnóstico, recibí unas recomendaciones por parte del médico, que me
disgustaron; me aconsejo, que debería dejar de practicar deportes riesgosos
como el basket, y buscará otras disciplinas más acorde a la edad. No me quede
callado, y le expuse mi punto de vista como deportista, comentándole que el
deporte lo llevaba en la sangre, y que en mi familia la mayoría, aunque famoso
no había, si éramos atletas de excelente nivel; sin dejar de mencionar a mi
padre, que para esa fecha todavía le quedaba energía para el volibol.
Bueno, todo eso es cuento viejo, obviamente
hice caso omiso, sané de mi fractura, me recuperé y pude jugar nuevamente
dentro de mis capacidades, logrando
ayudar a mi equipo a obtener dos
campeonatos de baloncesto categoría libre; también participé en torneos de
volibol, me inscribí en natación y jugué algunos que otros inings en softbol. Durante
el 2011, a pesar de estar pasado de peso, y haber abandonado por completo el
baloncesto, considero que rendí lo suficiente para mi equipo en un torneo que
permitió mi regreso al tabloncillo, rememorando momentos agradables del pasado,
creando en mi confianza y satisfacción, por retomar el deporte que más me apasiona
jugar y que sin ánimos de exagerar no lo estaba haciendo tan mal.
Lamentablemente, cometí un error
imperdonable para los atletas, había dejado de ser constante en la práctica de
actividades deportivas; esto, aunado al descuido de una pequeña molestia en el
talón del pie derecho, el cual me venía afectando unos años antes a la lesión
de la mano. Después de haberme recuperado, de un tirón muscular de la pierna
izquierda, retomé nuevamente la disciplina del basket, y la noche del
veintiséis de abril (26-04) del año en curso, al tratar de recuperar una bola
pérdida durante un partido, sufrí una especie de contracción debajo de la
pantorrilla derecha, la cual ocasionó que cayera en seco en la cancha y
produciendo un dolor muy intenso por encima del pie derecho.
Luego de una semana de dolor e
incertidumbre, el diagnóstico final arrojó: Ruptura parcial del tendón de Aquiles del pie derecho, lo que me obligo
a ingresar el 14 de mayo a las nueve de la mañana, a la sala de operaciones
quirúrgicas de una clínica de la región; en donde fui intervenido quirúrgicamente
de manera exitosa y dado de alta al final de la mañana.
Ya han pasado más de cinco meses
después de la operación, y acá reflexionando un poco, quisiera agradecer
primero que nada a mi mejor amigo: mi Dios bendito ; también es pertinente agradecer
a todas las personas que permitieron agilizar todo lo referente al pre y al
post-operatorio: la Alta Directiva de la Fundación, el Jefe de Servicios
Generales, la gente de casos individuales, al traumatólogo que me operó y
trató, a mi amigo Nelson y a aquellos los compañeros que estuvieron al
pendiente. Obviamente, no puedo al olvidar al
excelente equipo de la Sala de Terapia y Rehabilitación del Sagrado Corazón de
Jesús, muchas gracias. A mi pana Yixon, y a mis primas Johana y Mairelis, en su
momento me ayudaron durante los trámites espantosos de la convalidación de
reposos.
A mis padres, incansables como
siempre, diligentes, dedicados y atentos, nunca olvidaré lo que han hecho por
mi y por mi familia; mención especial para mi hermana Yafra, su atención y
cariño de lo mejor que he pasado, gracias a ustedes y demás familiares, por
apoyarme y contribuir a mi recuperación. Pero, con quién estoy totalmente
en deuda y agradecido de por vida, es con mi esposa bella y mis hijas lindas; Suyin, gracias por
estar en mi vida, fuiste la mejor de doctora, enfermera y sanadora, durante mi
rehabilitación; te amaba antes, te amé durante y te amaré por siempre; Frane y Fabi, gracias por ser pacientes y ser parte de mi las amo mucho!!!
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